Conservación del suelo
¿Qué es el suelo?
El suelo es la capa de la corteza terrestre que se encuentra biológicamente activa; contiene materia orgánica, materiales meteorizados, aire, agua y organismos vivos. Es el resultado del tiempo, la influencia del ambiente, la actividad biológica y la actividad humana.La amenaza contra los suelos
Sin lugar a duda la actividad humana y sus derivados representa una de las mayores amenazas contra la conservación de suelos. Algunas de las principales formas de degradación del suelo son la erosión, la disminución de materia orgánica, la compactación, la contaminación y la desertificación. La gran mayoría son provocadas las prácticas agricultoras de escala masiva, la expansión de asentamientos humanos y actividades industriales. Cabe mencionar que el cambio climático también acelera varios de los procesos de degradación.¿Por qué y cómo conservarlos?
El suelo, cuando se encuentra en buenas condiciones, puede mitigar el cambio climático y algunas de sus consecuencias. Sin embargo, al deteriorarse no sólo pierde esa capacidad, sino que comienza a contribuir a algunas de las consecuencias del cambio climático. La conservación del suelo es esencial para mantener la salud del ecosistema, así como la de todos los organismos que habitan en él. Además, dependemos casi totalmente del suelo para la producción de nuestros alimentos.
La conservación del suelo se puede llevar a cabo a través de una serie de prácticas; muchas de ellas son agrícolas y se centran en evitar la erosión, la disminución de nutrientes y la degradación del suelo. Sin embargo, algunas de estas prácticas siguen ligadas a la agricultura industrial, que ha demostrado ser prácticamente incompatible con un futuro sostenible.
La agricultura regenerativa agrupa una serie de técnicas que, además de aumentar en gran medida la salud del suelo, también contribuyen a capturar CO2, retener humedad en el suelo, disminuir la necesidad de plaguicidas, conservar la biodiversidad y a aumentar la resiliencia económica local. Las prácticas agricultoras más sostenibles no sólo pueden ser la clave para un futuro de seguridad alimenticia para todos, sino que tienen un gran potencial para frenar la crisis climática.